lunes, 1 de diciembre de 2014

Jorge Martínez Reverte : Gálvez entre los leones

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—Muy agudo, muy agudo. Bueno, has empezado muy bien. Se trata de que lleves la dirección de comunicación de una empresa de ese estilo en Asturias. La gran diferencia, y ahí está el valor añadido, es que los habitantes de la cueva estarán vivos. O sea, que los visitantes podrán compartir con ellos los paseos, las jornadas de caza, las comidas... Genial, ¿no? Una idea revolucionaria. Imagínate lo que puede ser para una familia de Madrid pasar un fin de semana, todos vestidos con pieles, durmiendo en una cueva llena de seres primitivos, haciendo fuego para calentarse, comiendo con las manos, montando a lomos de asturcones sin silla... Una experiencia inolvidable. No hay nada que se le parezca en todo el mundo. Lo hemos estudiado. El nuevo gobierno asturiano necesita ideas. Ya he hablado con los de arriba y nos van a dar las subvenciones que haga falta. En Asturias no funciona el turismo, porque el tiempo es siempre imposible de predecir, y si se predice es para anunciar que va a ser malo. Nosotros hemos encontrado la solución a ese problema. ¿Conoces tú algo más estable que una cueva? Siempre la misma temperatura, y no llueve. Lo mismo en invierno que en verano. O sea, que encima nos va a salir barato. Todas las ayudas públicas y poca inversión. Y ni hay que hablar con Hacienda, porque dependemos de una fundación que se ocupa de buscar adaptación a minorías étnicas. ¿Qué te parece?    —Asombroso.
   ¿Había algo más que decir?
    Después de semejante exposición me tomé la copa de anís. Y al cabo de media hora salí del bar con una generosa propuesta de trabajo que comprendía mil euros limpios al mes, alojamiento gratuito fuera de la cueva, ayuda para comida y un teléfono móvil de última generación. Si quería Internet para uso particular, me lo tendría que contratar yo. Pero, en las horas de trabajo, sería a cargo de Bigoret y los suyos, porque en la cueva, eso sí, habría wi-fi.
   —Una ucronía. —Me dejé llevar por la pedantería.
   —No, no, sin cables. Wi-fi quiere decir sin cables.
 Asombroso.
   Pero más asombroso aún fue que Bigoret me entregó dos mil euros para los primeros gastos.

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