domingo, 30 de mayo de 2010

Tomàtigues - Miquel Barceló

1995, Técnica mixta sobre tela, expresionismo¿?

Quisiera ser convexo - Gerardo Diego

Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.

Guía del Autoestopista Galáctico - Douglas Adams

El aerodeslizador los impulsó a velocidades que excedían de R17 por los túneles de acero que llevaban a la pasmosa superficie del planeta, ahora sumida en otro lóbrego crepúsculo matinal. Una horrible luz grisácea petrificaba la tierra.
R es una medida de velocidad, considerada razonable para viajar y compatible con la salud, con el bienestar mental y con un retraso no mayor de cinco minutos. Por tanto, es una figura casi infinitamente variable según las circunstancias, ya que los dos primeros factores no sólo varían con la velocidad considerada como absoluta, sino también con el conocimiento del tercer factor. A menos que se maneje con tranquilidad, tal ecuación puede producir considerable tensión, úlceras e incluso la muerte.
R17 no es una velocidad fija, pero sí muy alta.
El aerodeslizador surcó el espacio a R17 y aún más, dejando a sus ocupantes cerca del Corazón de Oro, que estaba severamente plantado en la superficie helada como un hueso calcinado, y luego se precipitó en la dirección por donde los había traído, probablemente para ocuparse de importantes asuntos particulares..
Miraron los cuatro la nave, tiritando.
Junto a ella, había otra.
Era la nave patrulla de Blagulon Kappa, bulbosa y con forma de tiburón, de color verde pizarra y apagado; tenía  escritos unos carácteres negros, de varios tamaños y diversas cotas de hostilidad. La leyenda informaba a todo aquel que se tomara la molestia de leerla de la procedencia de la nave, de a qué sección de la policía estaba asignada y de adónde debían acoplarse los repuestos de energía.
En cierto modo parecía anormalmente oscura y silenciosa, hasta para una nave cuyos dos tripulantes yacían asfixiados en aquel momento en una habitación llena de humo a varios kilómetros debajo del suelo. Era una de esas cosas extrañas que resultan imposibles de explicar o definir, pero que pueden notarse cuando una nave está completamente muerta.
Ford lo notó y lo encontró de lo más misterioso: una nave y dos policías habían muerto de forma espontánea. Según su experiencia, el Universo no actuaba de aquel modo.
Los demás también lo notaron, pero sintieron con mayor fuerza el frío intenso y corrieron al Corazón de Oro padeciendo de un ataque agudo de falta de curiosidad.
Ford se quedó a examinar la nave de Blagulon. Al acercarse, casi tropezó con un cuerpo de acero que yacía inerte en el polvo frío.
- ¡Marvin! -exclamó-. ¿Qué estás haciendo?
- No te sientas obligado a reparar en mí, por favor -se oyó una voz monótona y apagada.
- Pero ¿cómo estás, hombre de metal? -inquirió Ford.
- Muy deprimido.
- ¿Qué te pasa?
- No lo sé -dijo Marvin-. Es algo nuevo para mí.
- Pero ¿por qué estás tumbado de bruces en el polvo? -le preguntó Ford, tiritando y poniéndose en cuclillas junto a él.
- Es una manera muy eficaz de sentirse desgraciado -dijo Marvin-. No finjas que quieres charlar conmigo, sé que me odias.
- No, no te odio.
- Sí, me odias, como todo el mundo. Eso forma parte de la configuración del Universo. Sólo tengo que hablar con alguien y enseguida empieza a odiarme. Hasta los robots me odian. Si te limitas a ignorarme, creo que me marcharé.
Se puso en pie de un salto y miró resueltamente en dirección contraria.
- Esa nave me odiaba - dijo en tono desdeñoso, señalando a la nave de la policía.
- ¿Esa nave? -dijo Ford, súbitamente alborotado-. ¿Qué le ha pasado? ¿Lo sabes?
- Me odiaba porque le hablé.
- ¡Que le hablaste! -exclamó Ford-. ¿Qué quieres decir con eso de que le hablaste?
- Algo muy simple. Me aburría mucho y me sentía muy deprimido, así que me acerqué y me conecté a la toma externa del ordenador. Hablé un buen rato con él y le expliqué mi opinión sobre el Universo -dijo Marvin.
- ¿Y qué pasó? -insistió Ford.
- Se suicidó -dijo Marvin, echando a andar con aire majestuoso hacia el Corazón de Oro. (Págs. 187-189)

sábado, 29 de mayo de 2010

¿Fue él? - Stefan Zweig

   En lo que a mí respecta, puedo decir que estoy segura de que él fue el asesino, aunque me falta la última prueba, la irrefutable.
   -Betsy- me dice siempre mi marido-, eres una mujer inteligente, eres aguda y rápida observando, pero te dejas llevar por tu temperamento y a menudo juzgas con demasiada precipitación.
   Al fin y al cabo, mi marido me conoce desde hace treinta y dos años y tal vez, sí, es más que probable que tenga razón en su advertencia. De modo que debo hacer un esfuerzo y dominarme, para ocultar mi sospecha ante todos los demás pues me falta la última prueba. Pero cada vez que me cruzo con él y viene a mi encuentro, leal y complaciente, el corazón se me para. Y una voz interior me dice: él y solo él fue el asesino. (Pág.5)

domingo, 23 de mayo de 2010

El Blog del Inquisidor - Lorenzo Silva

Las personas, según mi teoría, se dividen en dos grandes grupos. Un primer grupo vienen a formarlo los que podemos llamar los contables.
¿Los contables?
Creo que es la palabra que mejor los describe. Son esas personas que siempre llevan la cuenta de todo, tanto en sus actos como en los de los demás. Para ellos todo tiene su contrapartida, y sin ella, carece de sentido. Les gusta que cada peso tenga su contrapeso. Que todo cuadre.
Vale. Deduzco que ése no es mi grupo. Menos mal.
No pienses que se trata de una etiqueta peyorativa. Los contables son personas con rasgos admirables, y capaces de cosas admirables también. Tienen sentido de la justicia, del orden, del equilibrio. Suelen ser fiables, coherentes, eficaces, y esforzarse siempre por corresponder con el bien a los bienes que reciben. No dejarán nunca de pagar una deuda, y nunca se les olvidará lo que prometieron. Son atentos, detallistas: sus madres saben que siempre las felicitarán por su cumpleaños. Tienen capacidad de anticipación, sentido de la estrategia. Por eso saben organizarse y sirven como nadie para organizar a los demás.
Ya veo... ¿Y la cruz?
Como la cara, depende de la persona. Pueden ser intransigentes. Pueden ser también avaros, o codiciosos. Y tienen una cierta propensión al resentimiento. Ellos suelen cumplir lo que se espera de ellos, pero no es difícil que otros no cumplan lo que ellos esperan. Y su sentido de la contrapartida entra aquí en juego de forma implacable.
Me alegro de ser lo otro. Sea lo que sea.
Muy pronto lo dices. Espera y no juzgues tan deprisa. Además, en muchas coyunturas de la vida, ayuda a tener un contable a mano.
Pero serlo...
También. No te precipites, Theresa. Todavía no te he dicho cómo llamo a los del segundo grupo. Al que pertenecemos tú y yo.
A ver, sorpréndeme.
El otro grupo es el de los que llamaremos los pródigos.
Intuyo que la palabra no está escogida al azar.
No. Los pródigos son aquellos que, al revés que los contables, se despreocupan de llevar la cuenta de lo que hacen, y de lo que les hacen. No es una decisión, simplemente carecen de esa capacidad. Pueden muy bien deslumbrar aquí, y fallar completamente allá. Son malos para calcular, para equilibrar, para corresponder. No es que las cosas no les cuadren. Es que se empeñan en descuadrarlas, una y otra vez.
Vaya, ¿y no hay un término medio?
No. Esto es pura lógica binaria. Uno o cero. En cada uno de nosotros predomina uno de los dos: el contable o el pródigo. Y eso no quiere decir que no tengamos rasgos del opuesto, de los que podemos servirnos frente a las vicisitudes cotidianas. Pero en las verdaderas encrucijadas, en las crisis, y en definitiva, allí donde cuenta lo que somos en lo más profundo, nos manifestamos como lo uno o como lo otro.
Creo que lo capto. Tienes razón. Soy pródiga. Y no me molesta.
Claro. Los pródigos tienen, qué duda cabe, una faceta muy atractiva. Pueden ser brillantes, ocurrentes, creativos. También tienden a ser generosos, apasionados, cálidos. Si les pides un pan no se pararán a contar cuántos otros panes les quedan en la despensa. Nunca miden el afecto, la amistad o la compasión. Y nunca se limitarán a cumplir el plan establecido o a seguir la vía marcada. Siempre mirarán hacia los lados. Y lo que allí encuentran no suelen verlo los contables.
¿Pero?
Pero no llevar la cuenta también juega malas pasadas. Por falta de celo, por descuido, pueden llegar a ser muy desconsiderados. No es difícil que se distraigan, y tampoco que dejen de prever lo que deberían haber previsto, exponiéndose y exponiendo a otros a consecuencias desagradables que habrían podido evitar con un poco de cuidado. Pueden arruinarse con facilidad, por sus pocas dotes para administrarse. Y no poco de ellos (todos los pródigos, en realidad, en algún momento de su vida)se comportan de forma incomprensible y temeraria.
Incomprensible y temeraria para los contables, quieres decir.
Y para los propios pródigos, cuando caen en la piscina sin agua.
Lo que me hace pensar en tu confesión...
Por eso quería esperar a hacerla, para responder a tu pregunta. Ahora puedes valorar mejor por qué me convenciste con esa frase.
¿Te convenció eso, el hecho de considerarme una de los tuyos?
Por supuesto. A una contable no habría tenido ningún sentido que le contase mi historia. Me consta que no la habría entendido.
Es posible que no.
Y está en su derecho, además. No somos mejores que ellos. Podemos cosas que ellos no pueden, del mismo modo que ellos pueden cosas que nosotros no podemos. Lo único que hay que hacer es tener cuidado, antes de mezclarse más de la cuenta. No hay nada escrito, ni regla sin excepción: existen situaciones, momentos, incluso se dan a veces circunstancias duraderas en que un pródigo y un contable puden complementarse, prestarse sus respectivos talentos y suplirse sus respectivas carencias. Pero en ciertos órdenes delicados de la vida, a la larga, tienen muchas probabilidades de no hacer buena pareja.
¿Ciertos órdenes delicados de la vida?
Allí donde se cala en lo profundo. Donde inevitablemente surgen cuestiones que unos y otros no vemos ni sentimos del mismo modo.(Págs. 183-187)

martes, 4 de mayo de 2010

Eric Fischl - Escenas Desde el Último Paraiso: Beached


(2007),Óleo sobre lino, Neoexpresionismo-Bad Paingting

Rafael Alberti - La paloma

Se equivocó la paloma
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur
creyó que el trigo era agua,
se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo
que la noche, la mañana,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que las estrellas, rocío
que la calor, la nevada,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa
que tu corazón, su casa,
se equivocaba,
se equivocaba.

Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.

Creyó que el mar era el cielo
que la noche, la mañana
se equivocaba,
se equivocaba.

Que las estrellas, rocío
que la calor, la nevada,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa
que tu corazón, su casa,
se equivocaba,
se equivocaba...