viernes, 27 de noviembre de 2009

Ajuar Funerario - Fernando Iwasaki



|BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU|




   EMPEÑADO EN ALCANZAR EL PARAÍSO, aquel hombre renunció a los placeres de la carne, a la sensualidad del conocimiento y a las certezas de la soberbia. Fue justo, bueno y humilde, y al morir le proclamaron santo porque además fue un gran penitente. Pero cuando llegó ante Dios no pudo interpretar sus preguntas y fue condenado a vagar por toda la eternidad en la aridez de su ignorancia, como castigo a su pobreza de espíritu.

Marc Chagall (1887-1985) - Cumpleaños


1915, Óleo sobre macocel, Surrealismo

jueves, 26 de noviembre de 2009

Aún eres mío, porque no te tuve - Antonio Gala

Aún eres mío, porque no te tuve.
Cuánto tardan, sin ti,
las olas en pasar...

Cuando el amor comienza, hay un momento
en que Dios se sorprende
de haber urdido algo tan hermoso.
Entonces, se inaugura
-entre el fulgor y el júbilo-
el mundo nuevamente,
y pedir lo imposible
no es pedir demasiado.

Fue a la vera del mar, a medianoche.
Supe que estaba Dios,
y que la arena y tú
y el mar y yo y la luna
éramos Dios. Y lo adoré.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Nadie es Perfecto

"Con Faldas y a lo loco" (Some Like It Hot, 1959), dirigida por Billy Wilder. Guión de Billy Wilder y I.A.L. Diamond.


Joe E. Brown: "Hablé con mamá. Estaba tan contenta que hasta lloró. Quiere que lleves su vestido de novia. Es de encaje blanco ".

Jack Lemmon: "Osgood, no puedo casarme con el vestido de tu mamá. Seguro que ella y yo ...no tenemos el mismo tipo".

Joe E. Brown: "Podemos arreglarlo".

Jack Lemmon: "Oh, no hace falta. Osgood, he de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos".

Joe E. Brown: "¿Por qué no?

Jack Lemmon: "Pues, primero porque no soy rubia natural".

Joe E. Brown: "No me importa".

Jack Lemmon: "Y fumo. ¡Fumo muchísimo!"

Joe E. Brown: "Me es igual".

Jack Lemmon: "¡Tengo un horrible pasado!. Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista".

Joe E .Brown: "Te lo perdono".

Jack Lemmon: "Nunca podré tener hijos".

Joe E. Brown: "Los adoptaremos".

Jack Lemmon: "No me comprendes, Osgood. (Se quita la peluca). Soy un hombre".

Joe E. Brown: "Bueno, nadie es perfecto".

martes, 24 de noviembre de 2009

Jivan Gasparyan & Armenian Duduk


This song was created and played by a great Armenian Duduk Master named Jivan Gasparyan. The sadness and enigma of this song represents the pain all Armenian go through when they remember the tragedy of 1915. When the Ottoman Empire ( Turkey ) commited genocide( Mass murder of a certain ethnicity without cause )... For all our ancestors that we're murdered and women who were raped. Now you know the story of this sad song and the History of the Armenian Genocide.

(Esta melodía fue compuesta e interpretada por el gran maestro armenio del duduk llamado Jivan Gasparyan. La tristeza y el enigma de esta canción representa el dolor que sienten todos los Armenios cuando recuerdan la tragedia de 1915. Cuando el emperador otomano (Turquía) cometió un genocidio (Masacre de una etnia sin motivo alguno)... Por todos nuestros ancestros que han sido asesinados y nuestras mujeres que han sido maltratadas. Ahora conocéis la historia de esta triste canción y la Historia del Genocidio Armenio.)


La información que os pongo consta en uno de los comentarios posteriores de youtube alusivos a la canción. Leí unos cuantos y coíncidian en los datos que aportaba, por eso creo que es fideligna. Me ha parecido interesante transcribirlo aquí porque intentando averiguar cual era el intérprete de la canción (ya que al principo, en mi ignorancia, pensé que "Duduk" era el nombre del tema) descubrí no sólo el nombre del compositor e intérprete, sino que duduk es un instrumento típico de Arménia, por no hablar de la historia que cuenta la melodía. Es un tema tan emotivo, que no necesita de aclaraciones para que nos cale, pero nunca está demás conocer el origen, ése mismo que en tantas ocasiones consigue sorprendernos. Sea como fuere: disfrutádla.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Merluza al Horno


Ingredientes:

*Merluza
*Agua
*Aceite de Oliva
*Vino Blanco Seco
*Cebolla
*Patatas
*Tomates
*Perejil
*Sal y Pimienta

Preparación:
  • Poner a  calentar el horno.
  • A ser posible en una bandeja/cazuela de barro, poner un poquitín de agua con el fín de que quede el fondo humedecido.
  • Cortar la cebolla en aros finos. Colocarlos en la fuente de tal modo que cubramos toda la base de la bandeja.
  • Cortar las patatas en círculos finos y colocarlas encima de la cebolla. Conseguir dos capas de patatas, al menos, salpimentando cada una de ellas.
  • Colocar las porciones de merluza (puede ser cualquier pescado), previamente aliñadas con sal y pimienta, encima de la última capa de patatas.
  • Trocear en gajos el tomate y repartir entre las rodajas del pescado. Salpimentar también.
  • Rociar generosamente con aceite primero, con vino después.
  • Espolvorear  a discreción con perejil el preparado antes de introducirlo en el horno.
Cocción:

Lo mejor de la receta: con sólo veinte minutos está listo para comer. Para saber si está en su punto, basta con pinchar con un palillo las patatas y comprobar que estan cocidas.

Otras consideraciones:

Se puede cocinar perfectamente en el microondas. Atentos al tiempo! No olvidar cubrir con film agujereado para que respire y no se ponga todo perdido.
Hay quien añade queso además del perejil quejo rallado. El sabor cambia completamente. Yo lo prefiero sin queso, pero no está mal como alternativa.
No hay inconveniente en usar pescado congelado. La única consideración a tener en cuenta en este caso, es la previsión del tiempo que tarde en descongelar. Eso por un lado, por otro, secar bien las rodajas con papel de cocina antes de salpimentarlas.
Os advierto que las patatas toman un saborcillo tan bueno que están casi más ricas que el propio pescado.

Buen Provecho!¡

Castillos de Cartón - Almudena Grandes




   Después, cuando el tres se vengó de nosotros con su indivisible crueldad de número impar, perdí el rastro de mis propios pasos y dejé de creer en mi propia historia. Después, cuando me quedé sola, confundí aquella rara armonía con un vulgar desorden, y aquel orden perfecto con la más turbia variedad del caos. Después, cuando no me quedó otro remedio que convertirme en un mujer como las demás, me dió vergüenza haber vivido así, sin hacerme preguntas, sin necesitar respuestas, siempre con un hombre a cada lado, dos bocas, dos cuerpos, dos sexos para una sola boca, un solo cuerpo, un solo sexo que era el mío. No podía soportar aquel recuerdo, eso fue lo que pasó después, y que el horizonte se estrechó, y el cielo se volvió un techo cuadrado, mi vida una sucesión de imágenes desenfocadas y torpes, como las estampas de un almanaque ilustrado por un mal pintor. Cuando éramos tres, el mundo era tan enorme que no podíamos abarcarlo con nuestras seis manos. Cuando volví a tener sólo dos manos, se había vuelto tan pequeño, tan insignificante, que se resbalaba entre mis dedos como una miga de pan, sin que yo alcanzara a comprender la razón de su tamaño. Por eso los traicioné, me traicioné con ellos, y quise confundir el riesgo con la arrogancia, la ambición con la locura, el placer con el vicio, el amor con el cálculo, la suerte con la desgracia. Eso fue lo que pasó después, porque los había perdido y no podía soportar el recuerdo de esa pérdida, lo desterré con mis propios recuerdos a un país oscuro y sucio donde nunca habíamos vivido juntos. Miré mi vida con los ojos de los otros y me inventé una vergüenza, un escándalo, una degradación que jamás existió. Porque los había perdido y el mundo no era más grande que una miga de pan entre mis dedos, esa falsedad me consoló en los largos días de mi pobreza. Pero más tarde recuperé la memoria, y con ella una luz limpia, clara y verdadera. Yo era muy feliz entonces, los tres éramos muy felices, y la vida una cama grande, un balcón soleado, el olor del aguarrás y de tres cuerpos sudorosos, el humo del hachís, el ruido de los besos, de la risa. A nadie le ha costado menos trabajo vivir que a nosotros entonces, cuando estábamos juntos, y juntos éramos alegría. (Págs. 98-99)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Celda 211 - Daniel Monzón


Peliculón del mallorquín Daniel Monzón o ¿debería decir del gallego Luis Tosar? Tanto monta, porque lo que es incuestionable es que juntos han formado un gran tándem. No son pocos los que afirman que es LA película española del año, en mi modesta opinión no andan muy desencaminados. ¿Algo que reprocharle? Le sobran  quince-veinte minutos de duración  y algo de credibilidad al, único, personaje femenino.

martes, 17 de noviembre de 2009

Aquagym de mis Amores

Y es que no es para menos, sino oíd, oíd la marcha que nos llevamos los lunes y miércoles.
Embutida en mi carísimo traje de baño, porque hay que ver lo que cuesta un bañador de piscina que recoja un poco el pecho, y mi blanco gorrito de última generación, de esos que protegen el cabello de la mala influencia del cloro, me dispongo a compartir cuarenta minutos de sano ejercicio en el medio acuático. Por si no lo sabéis, los bañadores femeninos de piscina aplastan el cuerpo que es un contento y no contemplan, en general, que una figura femenina llena de curvas (como es mi caso : p) producidas por el tranquilo discurrir del tiempo y la vida sedentaria, puedan dar un uso
distinto al de la competición natatoria. Bajo el principio aerodinámico de que todo lo recto se desliza mejor, estos bañadores suelen caer en el riesgo de ignorar el fundamento físico femenino por excelencia, aplastándo todo lo que pillan a su paso. Tanto es así ,que algunas de mis congéneres se ha visto en la necesidad de utilizar un sujetador deportivo debajo del traje de baño , dados los infinitos saltos que damos en la piscina durante cada sesión. ¿Cuál es el ritmo de esos saltos? Je! Buena pregunta. Sólo tenéis que molestaros en escuchar estos vídeos que os pongo para que os podáis hacer una idea.
Creédme si os digo que no resulta nada, pero nada fácil. Tal vez hable impelida por mi bisoñez en estos menesteres. Pero mejor, empecemos por el principio. Allá a las siete de la tarde, dos veces por semana, salgo de casa en dirección a la piscina. Pertrechada a la sazón como corresponde, oséase: chandal informal, de ésos que se llevan ahora, que lo parecen y no lo parecen; deportivas supermegachachis que no llevan cordones (heredadas de mi hija); calcetines de esos que se esconden en los zapatos, que apenas asoman el ribete, como si una inmensa vergüenza les hiciera arrugarse y encogerse en su mismidad dentro de él  y, por último, una pequeña bolsa  negra deportiva (heredada de mi hijo) cuyo uso inicial era de transporte de la consola, pero que andaba por casa rodando sin estrenar y que salvé para este otro fin. ¡Ah, sí! Me falta contar que la toalla, para el aseo posterior a la clase, también es de ultimísima generación, de esas de microfibras que venden entre otros sitios, en Decathlon. Lo bueno de estas toallas, es que apenas ocupan espacio y secan bastante bien. Vámos, ideal de la muerte para mi pequeña bolsa deportiva. Completo el ajuar con una botella con gel-champú-suavizante de la marca adidas (menos mal que no pone "for men" si no "sport").
Observo que mis compañeras, más duchas que yo en este affaire, traen de casa cremas hidratantes o aceites corporales ya que, por lo que se ve, el agua pisciniaira reseca mucho la piel. Yo, por lo pronto, no me he subido a ese carro, pero como dice aquel: cosas veredes amigo Sancho. Pero volviendo a la clase en sí, éstas que véis y oís son algunas de las canciones que acompañan y marcan nuestros ejercicios acuáticos. Ni que decir tiene que al poco de empezar la clase, unas mejillas sonrosadas nos uniforman, resultando difícil de creer que al tiempo que estámos arrugadas de tanto remojo unas preciosas mejillas relumbran más que el sol.
Y tal vez os preguntéis,  ¿es que todo son pegas para esta mujer? Mal hecho, lo que debéis pensar es que a pesar de todo lo que os cuento o, mejor dicho, os cuento todo esto por lo bien que lo pasamos, a la vez que quemamos kilotones de calorías, siendo sirenas de agua dulce. Por cierto, cuando oímos la última melodía que os he colgado, sabemos que tocan los últimos estiramientos y (sensuales), movimientos de caderas, que más de una que yo me sé, no haría si no fuera por la intimidad que el líquido elemento nos ofrece. Me falta añadir que el grupito en el que estoy esta compuesto por féminas que oscilan entre los setenta y muchos y los catorce años, de distintas nacionalidades y autonomías. Mujeres unidas por el gusto de ejercitarnos en el aqua en busca de la armonía, no sólo del cuerpo si no también del espíritu, pues acabamos tan rendidas después de estas clases, que una paz espiritual inconmensurable se adueña del vestuario, cuando salimos aseadas de las  templadas duchas, dejándose oír únicamente un tímido 'adios' al encarar la puerta del vestuario. Bueno, seamos sinceras, somos mujeres, y algo más se oye, pero no mucho, no creáis.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Al Golpe De La Ola - Pablo Neruda

Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.

Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.

Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,

porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Un Barco Cargado de Arroz - Alicia Giménez Barlett

   Cada ciudadano de este país, por muy bajo que sea su nivel cultural, lleva dentro de sí a un gran narrador que, al hablar, utiliza comparaciones, recrea diálogos, incluye pensamientos... un despliegue de estilo que para los interrogatorios resulta fatal. Sin embargo, antes de que pudiera impacientarme, un guardia nos interrumpió. Venía contento, casi sonriente, como un cazador que acaba la jornada con una ristra de perdices colgada del morral. Sus perdices en esta ocasión eran un joven que caminaba junto a él, la cabeza tapada por una capucha de chándal.
   -Inspectora, es un testigo, dice que ha visto lo que pasó. Estaba escondido en un portal.
   No conseguía verle la cara, se replegaba sobre sí mismo como un caracol.
   -Acérquese y descúbrase la cabeza -le ordené.
   -Ni hablar. Si me ven hablar con ustedes, uno de esos tipos vendrá a por mí. Quiero que me declaren 'testigo protegido' y me lleven a un hotel mientras lo cogen.
   Garzón intervino con una risotada llena de potencia y causticidad.
   -¿dónde has visto eso tío, en una película?
   Dió un paso al frente y se disponía a arrancarle la capucha de la cara, cuando se lo impedí tomándolo del brazo.
   -Vamos a ver. No te vamos a llevar a un hotel, pero si quieres nos metemos en un bar y me cuentas lo que sepas, ¿de acuerdo?
   Se quedó quieto, pensando si aquél era un adecuado nivel de protección, y su silencio me dió a entender que había captado cuál era la distancia entre las películas americanas y la realidad nacional.
   -Está bien -accedió.
   El policía que lo había encontrado estaba dispuesto a venir con nosotros, pero Garzón lo mandó seguir con su tarea sin muchas contemplaciones. No fue nada difícil dar con un bar. Era pequeño, cutre, lleno de botellas pringosas en exposición. Debíamos ser los primeros clientes de la mañana. Pedímos café y nos instalamos en la mesa más lejana para no ser oídos por el dueño. Al fin, el monje misterioso se deshizo de la parte superior de su hábito. Ante nuestros ojos apareció un joven enclenque, de cara demacrada, con el pelo cortado a cepillo y teñido de blanco. El pabellón de una de sus orejas estaba adornado por al menos diez aros de plata. Me pareció un ser desarraigado y triste, un pobre perro mestizo débil y abandonado. (Pág. 10-12)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Aurora Boreal - Asa Larsson



   Rebecka Martinsson caminaba con esfuerzo hacia la casa de Sivving. Iba con los hombros inclinados contra el viento y mantenía la cabeza agachada como un toro a punto de embestir. El viento escupía nieve a la cara y apenas veía nada. En un brazo llevaba a Lova como si fuese un fardo y en la otra mano la mochilita vaquera de color rosa de la niña.
   -Yo también puedo caminar -se quejó Lova.
   - Lo sé, bonita -dijo Rebecka-. Pero no tenemos tiempo. Vamos más deprisa si te llevo yo.
   Abrió la puerta de Sivving con el codo y dejó a Lova en el suelo del recibidor.
   -Hola -gritó, y al instante le respondió Bella con unos ladridos de entusiasmo.
   Sivving apareció en la puerta de bajada al sótano.
   -Gracias por quedártela -dijo Rebecka, buscando aliento mientras en vano intentaba quitarle a Lova los zapatos sin desatarlos-. Vaya idiotas. Ya me lo podrían haber dicho ayer cuando la fui a buscar.
   Al llegar a la guardería con Lova se había encontrado con que el personal tenía jornada de planificación y que los niños no podían estar allí. Y sólo faltaba una hora para la vista oral donde se discutiría la prisión preventiva. Ahora tenía prisa de verdad. Dentro de poco el viento habría echado tanta nieve sobre el coche que quizá no lo podría sacar. Y entonces no llegaría a tiempo ni en sueños.
   Intentó desatarle los cordones a Lova, pero Sara le había hecho nudos dobles cuando ayudó a su hermana a atárselos.
   -Déjame a mí -dijo Sivving-. Tú tienes prisa.
    Levantó a Lova y se sentó, con ella en el regazo, en una sillita verde de madera que desapareció por completo debajo de su corpachón. Con paciencia comenzó a deshacer los nudos.
   Rebecka lo miró agradecida. Las carreras de la guardería y del coche hasta la casa de Sivving la habían hecho acalorase y sudar. Sentía que la blusa se le pegaba al cuerpo, pero no tenía tiempo de ducharse y cambiarse de ropa. Le quedaba sólo media hora.
   -Te quedas con Sivving y dentro de un rato vengo a buscarte ¿vale? -le dijo a Lova.
   Lova asintió con la cabeza y levantó la cara hacia Sivving hasta verle la barbilla por debajo.
   -¿Por qué te llamas Sivving? -le preguntó-. Es un nombre raro.
   -Sí, es raro -dijo Sivving riéndose-. En realidad me llamo Erik.
   Rebecka lo miró sorprendida y se olvidó de que tenía prisa.
   -¿Qué? -dijo-. ¿No te llamas Sivving? Y ¿por qué te llaman así?
   -¿No lo sabes? -dijo Sivving con una sonrisa-. Fue mi madre. Estaba estudiando para ingeniero de caminos, canales y puertos en la Escuela Técnica Superior de Estocolmo. Después volví a casa y me iba a poner a trabajar para LKAB. Mi madre no cabía en sí misma de lo orgullosa que estaba, claro. Había tenido que aguantar bastantes memeces por parte de los vecinos del pueblo cuando me mandó a estudiar. Decían que sólo la gente fina enviaba a sus hijos a estudiar fuera y que ella no debía tener esos aires de grandeza.
    El recuerdo le dibujó media sonrisa y luego continuó:
   -En cualquier caso, alquilé una habitación en la calle Arent Grape y mi madre consiguió una línea de teléfono para mí. Y me apuntó para que apareciera mi título en el listín. Civ. ing., es decir, ingeniero civil. Puedes imaginarte como sonaba al principio:'Vaya, si es el mismísimo civ. ing. que viene de visita.' Pero con el tiempo la gente fue olvidando de dónde venía el nombre y al final todo el mundo me llamaba Sivving. Y yo me acostumbré. Hasta Maj-Lis me llamaba Sivving.
   -Vaya sorpresa.
   -¿No tenías prisa? -preguntó Sivving.
   Rebecka dio un respingo y salió disparada por la puerta. (Págs. 300-302)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Luis Ricardo Falero (1851-1896) - An Oriental Beauty

Óleo sobre tela (Perfeccionismo Victoriano Inglés)

La llegada de Beckett


Beckett y su primera galleta de Inca

El Secreto de Sus Ojos - Juan José Campanella


http://www.filmaffinity.com/es/film313601.html
De unos meses a esta parte mi amiga Rosario y yo nos encontramos una tarde a la semana a la puerta del cine, Augusta o Rívoli, para disfrutar de una sesión de palomitas con sensurround, que saben mejor. Es broma. Lo cierto es que compartimos el gusto por el cine y semanalmente procuramos cuajar esa afición común. 
El fin de semana anterior a la cita solemos concretar la película y la sesión . Esta vez todas las papeletas las sacó El Secreto de Sus Ojos.
Las expectativas eran altas y lo cierto es que respondió con creces. Dos horas largas de buen cine, del que yo destacaría no solo un buen guión si no una impecable interpretación. Buen ritmo narrativo, tensión argumental consolidada y desenlace sorprendente a la par que evidente. Diálogos rápidos y frescos, naturales. Banda sonora un poco empalagosa por momentos. Planos muy acertados y personales. 
En conclusión: una película muy recomendable. Por mi parte me anoto como tarea futura leer la novela, del mismo título, en la que se basa, escrita por Eduardo Sacheri.