sábado, 28 de julio de 2007

La piel del cordero

La primera vez que vio a Marisa Mallo fue como si hubiese salido de la caja de membrillo para pasear por la feria grande de Fronteira. Habían ido a vender un cerdo y patatas tempranas. De la aldea del pueblo había que andar tres kilómetros por senderos de lama. El padre iba delante, con su sombrero de fieltro y la pequeña en los brazos, detrás de la madre con el pesado cesto en la cabeza y él en medio, tirando del puerco que iba atado con un cordel a la pata. Para su desesperación, el animal intentaba constantemente hozar en el lodo y cuando llegaron a Fronteira parecía un enorme topo. Su padre le dio una bofetada.¿Quién va a comprar este bicho? Y allí estaba él, en la feria, limpiando la costra con un manojo de paja, cuando alzó la cabeza la vio pasar. Destacaba como una dueña entre el ramillete de las otras chicas, que parecían acompañarla sólo para que la señalasen con el dedo y dijesen ésa es la reina. Iban y venían como bandada de mariposas, y él las seguía con la mirada, mientras su padre blasfemaba porque nadie iba a comprar aquel cerdo tan sucio, y todo por su culpa. Y él soñaba que el marrano era un cordero, y que ella se acercaba y le peinaba los rizos con sus dedos. Habría que venderte a ti, y no al cerdo, murmuraba su padre. Si es que alguien te quisiera.
Mi padre era así. Si empezaba el día maldiciendo, ya no tenía marcha atrás, como quien cava y cava un pozo de mierda bajo los pies. Y yo pensaba que sí, que ojalá viniese alguien a comprarme y me llevase atado de un cordel por la pata.
Finalmente, vendieron el puerco y las patatas tempranas. Y madre pudo comprar una lata de aceite que tenía la imagen de una mujer que también se parecía Marisa Mallo. Y volvieron otras muchas veces a la feria grande de Fronteira. Ya no importaba el humor de su padre. Para él eran días de fiesta, los únicos que tenían sentido durante todo el año. Pastoreando las vacas, anhelaba que llegase el día primero de mes. Y así fue como pudo ir viendo crecer y hacerse mujer a Marisa Mallo, de las familias pudientes de la comarca, la ahijada del alcalde, la hija del notario, la hermana pequeña del señor cura párroco de Fronteira. Y, sobre todo, la nieta de don Banito Mallo. Y él nunca tuvo un cordero para ver si ella se acercaba a peinarle los rizos de lana.

El Lápiz del Carpintero, Manuel Rivas

Encuentro Matutino

Meniuskas

sábado, 21 de julio de 2007

Alejandra Pizarnik

COLD IN HAND BLUES
y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo
***
MENDIGA VOZ
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

***
NAUFRAGIO INCONCLUSO
Este temporal a destiempo, estas rejas en las niñas
de mis ojos, esta pequeña historia de amor que
se cierra como un abanico que abierto mostraba a la
bella alucinada: la más desnuda del bosque en el
silencio musical de los abrazos.
***
SOLAMENTE
ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos
y mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios
ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida

Dulces


Nuez, Chocolate y Estrella

martes, 17 de julio de 2007

Vázquez-Montalbán

Corcuera estaba triste. No quería ultimar su despedida y por eso había escogido una canción de adiós que puede batir todos los récords establecidos, por el procedimiento de tirar al y sacar del barranco a la pobre mujer, siempre con la promesa de que va a venir la parte más interesante. Pero resoplaba impaciente el caballo de la princesa Ana a la espera del picador y una vez Corcuera y la princesa a lomos, partió por la puerta de Maratón en el momento en que la melancolía se apoderaba del estadio, de Barcelona, de Cataluña y los desmemoriados medios de comunicación de un mundo sin memoria querían localizar a Margaret Michell para succionarle cuanto supiera de Atlanta. Circulaban contradictorios rumores sobre un plan de desembarco de la marina norteamericana en la futura capital olímpica, en el caso de que Bush ganara las elecciones presidenciales, en previsión de que hubiera allí narcotraficantes o armamento químico, conocida la habilidad de Sadam Hussein para esconder siempre lo que busca Bush. Al hacer balance de su contribución a los juegos Olímpicos, Carvalho asumió que no había diferido en nada al papel habitual y al ritual de hilo argumental, esta vez instrumentalizado por Samaranch y los sponsors para mantener la tensión entre el suelo y el subsuelo olímpico. La responsabilidad sobre la modernización de España pasaba otra vez íntegramente a Sevilla, la Expo, sus estertores finales y los políticos urbanos y globales empezaban a calcular cuánto dinero, cuánta gente, cuántos patrocinadores, cuántos deportistas eran necesarios para que todo lo construido con motivo de los Juegos siguiera teniendo sentido, es decir, finalidad. Es cierto que el alcalde Maragall, liberado de su encierro por un comando de la sociedad filantrópica de Arquitectos Amigos de los Príncipes, tomaría la costumbre cotidiana de visitar una por una todas las construcciones que habían modificado Barcelona, como si les pasara revista y a veces gritaba en éxtasis como si alguien acabara de ganar una medalla olímpica o batido un récord. Los enemigos políticos del alcalde preparaban las cuentas que iban a demostrar el despilfarro sin precedentes que haría de los ciudadanos, de sus hijos y de los hijos de sus hijos deudores externos e internos hasta bien entrado el siglo XXI. El Coronel Parra, trasladado al operativo de protección ante la posible invasión yugoslava, insistía en que las contradicciones se agudizaban y el filósofo Rupert Dos Ventos volvió a su recoleto jardín a terminarse el arroz hervido que le preparaba la vecina, no sin antes encarecerle a Carvalho que se hiciera un traje ético a la medida.
- Carvalho, la ética ya no puede ser prêt-à-porter, la ética debe hacerse a la medida. Yo tengo un amigo, ex joven filósofo, que ha montado una sastrería de éticas a la medida. Tenga su tarjeta. Es muy importante tener una ética a medida porque si no se tiene muy clara la eficacia de la razón de las normas de la propia conducta se estropea la columna vertebral del comportamiento y empiezan a aparecer por doquier hernias psicológicas.
- ¿Y si inevitablemente entras en crisis?
- No se ensimiste. Cambie la olla a presión, por ejemplo. El optimismo humano debe cimentarse en el inventario de los logros positivos y neutrales: la olla a presión, la lavadora eléctrica, la cinta aislante, la anestesia... Esi sí ha sido éticamente revolucionario. Pero sobre todo, no se ensimisme, porque el recurso del narcisismo es contingente y una persona ensimismada una de dos...
Vacilaba sobre cómo terminar la conferencia.
-Una de dos... qué...
-El hombre ensimismado fatalmente deviene en suicida o asesino...El soliloquio le conduce a la evidencia de que sólo se necesita a sí mismo y puede ultimar esa pulsión en la muerte. Y si no necesita a los demás ¿por qué el tabú del homicidio?
-¿Cuánto se debe por el consejo?
-Diez mil y la voluntad.
Sabotaje Olímpico (1993)

domingo, 15 de julio de 2007

Naranjo en Flor - Polaco Goyeneche

Naranjo en Flor

Era mas blanda que el agua
que el agua blanda
era mas fresca que el río
naranjo en flor
y en esa calle de hastío
calle perdida
hecho un pedazo de vida
y se marcho.

Primero hay que saber sufrir
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamientos
perfume de naranjo en flor
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.

Después, que importa del después
toda mi vida es el ayer

que me detiene en el pasado
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado

como un pájaro sin luz.

Qué le habrán hecho mis manos
qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor
dolor de vieja arboleda
canción de esquina
con un pedazo de vida
naranjo en flor.

Primero hay que saber sufrir
después amar después partir
y al fin andar sin pensamiento
perfume de naranjo en flor
promesas vanas de un amor
que se escaparon en el viento.

Después, qué importa del después
toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado
eterna y vieja juventud

que me ha dejado acobardado
como un pajaro sin luz.

(Virgilio y Homero Expósito)

domingo, 8 de julio de 2007

La Voz del Violín

_ Dese prisa, está a punto de empezar- dijo la señora Clementina, acompañándolo a la salita contigua al salón. Se sentaron con el semblante compungido. La señora se había vestido de largo para la ocasión. Parecía una dama del pintor ochocentista Boldini, sólo que más vieja. A las nueve y media en punto, el maestro Barbera dio comienzo a su concierto. Y, al cabo de menos de cinco minutos, el comisario empezó a experimentar una extraña sensación que lo turbó. Le pareció que, de repente, el sonido del violín se convertía en una voz de mujer que pedía ser escuchada y comprendida. Lentamente, pero sin la menor vacilación las notas se iban transformando en sílabas, mejor dicho, en fonemas, y, sin embargo, expresaban una especie de lamento, un canto de dolor antiguo que, a ratos, alcanzaba instantes de una ardiente y misteriosa tragedia. Aquella emocionada voz de mujer estaba diciendo que había un terrible secreto que sólo podía ser comprendido por alguien que fuera apaz de entregarse por entero al sonido, a la onda del sonido. Cerró los ojos. profundamente conmovido y turbado, aunque en su fuero interno experimentó también una sensación de extrañeza:¿cómo era posible que aquel violín hubiera cambiado tanto el timbre desde la última vez que él lo había escuchado?Sin abrir los ojos, se dejó guiar por la voz.
Andrea Camilleri

sábado, 7 de julio de 2007

El Visitante Nocturno



Él removia ausente el café, mientras miraba por la ventana...Ella entró en la cocina, vestida con un camisón azul de raso, con ribetes blancos, y el pelo alborotado. Mientras abre la puerta del armario donde están los sobres de té,susurra..
- Anoche soñé que alguien entraba en nuestro cuarto.
- Perdona ¿ decías ?
Ella cierra la puerta del armario, mientras se retira con cuidado una púa púrpura de los labios.
José

domingo, 1 de julio de 2007

El Paño de Cocina


Llega el momento de abrir regalos. Mi madre me ofrece la bolsa, dentro está el paquete. Meto la mano con ilusión y tropiezo con algo inesperado:¡otro paquete! Se lo comento: eso si que no me lo esperaba. Ella replica: no es mío, es de una chica llamada Mari Cruz. ¿Mari Cruz?, interrogo. Si mujer, fue compañera tuya en el colegio. Me esfuerzo, intento hacer memoria.¿Mari Cruz...? No, no lo consigo. Aclara, cuando le pedí que me envolviera el regalo me preguntó si quería poner el nombre, se lo dije:P. Abrió los ojos y dijo ¿P.C? ¡Oh! ¡La conozco! ¡Fuimos compañeras de pequeñas! Sigo preguntándome ¿Mari Cruz? Sigue la explicación, me cuenta que eráis tres, siempre ibáis juntas; estuvo en casa: me la describió. ¿Cómo puede ser?Sólo cumplo 47 ¿Dónde estan mis recuerdos?¿Por qué no he conseguido una llave de oro y los he atesorado cómo lo que son?Me digo: Mari Cruz...Hay por ahí una foto amarillenta, de orillas dentadas, pequeña. Un corro de niñas sentadas en la arena, una en el medio, cantando, con un ojo guiñado y los brazos separados del cuerpo extendidos hacia el suelo, las palmas abiertas: soy yo, cantando. Mari Cruz seguro está en ese corro. O tal vez aquel día no vino a la excursión... ¿Qué cara tenia?¿Quién es ahora Mari Cruz? ¿Qué le impulsó a hacerme un regalo cuarenta años después? Seas quien seas, gracias. Qué buen recuerdo atesoras de mí cuando yo en la distancia ni siquiera recuerdo quién fuiste.

La Hermana - Sándor Márai



Yo llamaba "cita química" a aquel cuarto de hora que tenía un significado secreto-sólo conocido por los dos médicos, la enfermera y yo-, y es que realmente semejaba un especie de cita. Esperaba la hora nocturna como un enamorado espera el momento de encuentro. La simple expectativa de aquel instante aliviaba el dolor y el tedio de las horas previas. Durante el día, cuando tenía más poder que yo, el dolor se me echaba encima con una pasión visceral, como una amante despechada y cruel, amargándome la existencia con refinados tormentos. Me quemaba los dedos, al igual que hacen los verdugos que torturan al preso clavándole agujas candentes bajo las uñas. Pero incluso en los momentos de mayor saña, siempre avizoraba la lejana esperanza de un poder terrenal capaz de esposar durante unas horas al despiadado verdugo. Vivía esperando la noche, y la luz del día se apagaba lentamente en aquella maravillosa espera.

La cita química se iniciaba hacia medianoche. Yo esperaba el momento, alargaba y extendía su llegada, urdía estrategias utilizando a mi favor el tiempo y el dolor. Hacia medianoche, cuando los cientos de desdichados que habitaban aquel enorme edificio se habían sumido en una apatía fatigada y un sueño agitado, yo extendía la mano tanteando y pulsaba el timbre. Seguían entonces unos minutos de expectación. El corazón se me desbocaba, igual que el del enamorado que, agazapado en la oscuridad, aguarda la llegada de su amante secreta. En la habitación sólo permanecía encendida una lámpara de luz azulada. Y la cama, que unos minutos antes había sido un infierno lleno de ascuas de dolor, se transformaba en un tálamo, el escenario de la aventura que se avecinaba...Todo ello tenía algo de excitante que encendía el cuerpo y el alma, pero también algo de indecente e inmoral. Y, en efecto, al cabo de un rato se oía por el pasillo el sonido apagado de pasos recatados, pasos de mujer que se dirigían hacia mi habitación, pasos sigilosos y complices, propios de las mujeres que a altas horas de la noche, se precipitan al lecho de un hombre para llevarle la felicidad, olvido, reconcialiación, consuelo o amor... Y en esos instantes me daba igual en qué forma esos pasos me trajeran la felicidad: como amante que acude a una cita clandestina o como sustancia química. Sin duda aquello tenía todos los ingredientes de una cita: la hora nocturna, la soledad expectante, la cama, el deseo, la penumbra, todos los sufrimientos de la existencia que se diluirían en el tierno abrazo de unos brazos inmateriales. La puerta se abría, casi sin ruido, cómo sólo saben abrirla las mujeres que llegan a horas intempestivas, para dar paso a una de aquellas figuras blancas y negras, sonriente, empuñando una pequeña jeringuilla y hablando en susurros...Era el instante culminante. Era la cita química. ¿Qué significaba para mi todo eso?...La satisfacción de que la ciencia y la solicitud humana eran capaces de imponerse-aunque sólo fuera por unas horas- a los tormentos bestiales de la naturaleza. El presentimiento de que sucedería algo dulce e infinitamente placentero para el cuerpo torturado, que tras el padecimiento llegaría una especie de felicidad, y que no había que temerle aunque estuviera su precio. La seguridad de que una fuerza superior al dolor me sacaría con manos tiernas y seguras de los abismos infernales para colocarme en otra dimensión de la existencia, donde me recibiría una suave música, una paz celestial y una armonía perfectamente estructurada. Era una cita de esperanza y emoción, de felicidad y remordimiento, de todo lo que excita el corazón humano desde el principio de su existencia. Hablábamos en voz baja, la visitante nocturna y yo, que la recibía embargado por la expectación. Ella me ponía la inyección y luego, con voz apagada, casi un suspiro, me deseaba las buenas noches, salía sin hacer ruido y apagaba la luz.